María espera en la tarde
con sus zapatos de ausencia.
Llenos los dedos de frío
y los ojos de tristeza.
El río viene subiendo
con remolinos de lenguas,
amarrando camalotes
en las destruidas riberas.
Arrimadita a su perro,
de pura estirpe costera,
María enhebra crecientes
en la inquietud de sus venas.
Urdiendo adioses de sauces
con ovillos de paciencia,
la barca acuna intemperies
en el vientre de madera.
Vestidita de domingo,
enciende sueños de arena
mientras escucha, en silencio,
la plegaria de las hierbas.
Llenos los dedos de frío
y los ojos de tristeza,
María espera, en la tarde,
con sus zapatos de ausencia.
1 comentario:
Norma, qué hermoso. Y qué espera la de María. María que espera, María que sueña, María esperanza, ah, sería muy lindo que alguien la hiciera canción de ronda.
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